viernes, 11 de mayo de 2007

fobia escolar


Fobia EscolarUna fobia se define como el miedo persistente ante objetos, animales, gente o situaciones específicas. En la actualidad el DSM-IV considera que las fobias en los niños tienen las siguientes características clínicas:
Son fobias específicas, en lugar de fobias simples como los adultos.
La definición actual no requiere que los niños reconozcan que el miedo es excesivo o irracional (a diferencia de los adultos). Este “darse cuenta” llega con el desarrollo de una madurez social e intelectual para reconocer las diferencias de su conducta y la del resto de sus compañeros.
La reacción de ansiedad frente al estímulo fóbico se puede expresar en los niños mediante el llanto, rabietas, quedándose paralizado o abrazándose a alguien.
Las fobias pueden ser monosintomáticas (referidas a un solo tema), o polisintomáticas (referidas a varios temas). En los niños suelen ser comunes las fobias a los animales, fobia a la oscuridad, a dormir solo, fobia a los médicos, a los odontólogos.
Una de las fobias más importantes en los niños debido a su frecuencia y características psicopatológicas es la fobia escolar.
La fobia escolar se refiere al rechazo prolongado que un niño experimenta a acudir a la escuela por algún tipo de miedo relacionado con la situación escolar. En la fobia escolar se presentan dos tipos de variables:
factores relacionados con la escolaridad, como el miedo al maestro, bajo re ndimiento escolar, problemas en las relaciones con los compañeros, problemas por la apariencia o defectos físicos, etc.
sucesos vitales negativos, como enfermedad prolongada, ruptura de la unión familiar, muerte de algún familiar, mascota, cambios de escuela, de domicilio, y la muy conocida ansiedad de separación de los padres, que no es más que la negativa a separarse de la madre y el miedo e inseguridad a perderla. La fobia escolar, se manifiesta a través de tres sistemas de respuesta (Méndez y Maciá, 1990):

1. El motor o comportamental: en el cual el niño evita ir a la escuela o se escapa de ella. Las conductas componentes pueden aparecer a través de una conducta negativista: no se viste o lo hace muy lentamente entreteniéndose constantemente, no desayuna, no encuentra los útiles escolares. Si se le obliga a ir se vuelve a casa, o no asiste a clase, deambulando por el recinto escolar o escapándose. Si se le lleva a la fuerza, grita, llora, patalea, tiembla, se agarra de la madre o del padre en el momento de la separación. Y si, por el control de padres y maestros, ha de permanecer en clase, su conducta suele ser altamente perturbadora, bien de una forma activa o pasiva.
2. El psicofisiológico: se pone de manifiesto a través de la activación del sistema nervioso autónomo en su rama simpática, dado por: sudoración de las manos o de todo el cuerpo, tensión muscular elevada, sensaciones de mareo o desmayo, dolores de cabeza, dolores de estómago, vómitos, diarrea, necesidad constante de orinar, taquicardia, etc. y es frecuente encontrar alteraciones de la alimentación y del sueño.
3. El cognitivo-experimental: el niño manifiesta su negativa a ir al colegio. Y muy especialmente se dan una serie de pensamientos e imágenes negativos sobre situaciones escolares. El niño suele anticipar una serie de consecuencias negativas o desfavorables tendiendo a evaluar negativamente las propias capacidades o situaciones, tales como: le van a preguntar la lección y no sabrá responder, con lo que sacará malas notas, el examen será muy difícil, hará el ridículo al hablar en público, se va a quedar en blanco en plena exposición, etc. Todo esto le provoca tal grado de ansiedad que termina por suceder en la realidad, ya que la ansiedad interfiere en los procesos de atención, concentración y memoria.
Recomendaciones a los padres En el caso de los pequeños que se enfrentan por primera vez a la escuela, no debe permitirse que el niño permanezca en casa si no existe una razón justificada. Los padres deben entender que los niños necesitan un tiempo de adaptación (variable, generalmente no mayor de 2-3 semanas) al nuevo ambiente escolar, con gente nueva, sin la seguridad de su hogar, todo lo cual puede generarles ansiedad. Lo recomendable es que los padres acompañen al niño hasta el salón de clases, saluden a la maestra, y si es posible permanezcan con él unos minutos todos los días hasta su adaptación. También es importante que lo esperen a la salida, que lo refuercen positivamente de forma social (con halagos, frases alentadoras, besos, cariños).Resulta positivo motivarlo, explicarle todas las aventuras que va a vivir en la escuela, hablarle de los juegos y entusiasmarlo con que aprenderá a dibujar o a escribir su nombre por sí solo. Para ello se requiere una gran dosis de paciencia y comprensión por parte de los padres.En el caso de niños escolares se debe eliminar toda clase de castigos o amenazas, por el contrario se debe estar pendiente de reforzar los pequeños progresos o esfuerzos que el niño haga en volver a la escuela. Si existen quejas somáticas (dolores de estómago, cefaleas, vómitos, etc.), se debe consultar con su pediatra para descartar cualquier causa orgánica.El niño no debe dejar de asistir a la escuela. Es recomendable mantener una buena relación con la maestra, y buscar su colaboración en la solución del problema.Si persisten los síntomas de la fobia, alterando el normal desarrollo del niño y su estado emocional, entonces se debe acudir a una ayuda especializada.En ocasiones se impone la necesidad de realizar cambios ambientales (cambio de colegio, o de salón de clases) para solucionar el problema.Las fobias específicas tienden a remitir espontáneamente con el paso del tiempo en períodos que oscilan entre 1 y 4 años. La maduración del niño y las experiencias de aprendizaje explican la atenuación gradual de los miedos infantiles. Sin embargo en ocasiones las fobias se enriquecen, se reorganizan y afectan la salud mental del niño, en estos casos es prudente buscar la evaluación y el tratamiento de un especialista en conducta infantil.